domingo, 12 de junio de 2011

Allí vi mi soledad.

No sé cómo fue pero me vi en el centro de Baquedano y Ossa. allí en donde todos los autos con sus bocinas te insisten en que cruces, en donde los garabatos abundan y eres el ser más odiado del centro de Antofagasta.
La recuerdo a ella, me recuerdo a mi con mi celular, recuerdo su voz y me hablaba de unos regalos que tenía para mi, algo de unas zanahorias que creo que es para mi ceguera nocturna, mencionó la tristeza de su madre y pidió perdón. Entonces cuando pidió perdón, la vi en la otra esquina. A partir de ahí ya no recuerdo más.
Los sonidos de las bocinas no las sentía y para cuando las personas comenzaron a bajar de sus respectivos automóviles yo ya estaba desplomado en el suelo.

Al despertar la vi a ella en un avión, camino a no sé donde, a mi resistiendo las lágrimas, a su madre que me daba agua para incorporarme, sumergido en la culpa por no prestarle mayor atención a ella y a mis sentimientos. Todo un tumulto de emociones y recuerdos que cambiaban mi vida paralizándome en su pequeño cuarto contenido de su ausencia.
Aunque las personas siempre me decían estúpido, por primera vez en la vida yo me estaba dando cuenta que esas palabras eran demasiado amables para definir lo que realmente soy.

2 comentarios:

  1. A veces las palabras no alcanzan a captar la esencia más oscura y detestable que tenemos.

    Abrazo!

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  2. Coincido con las palabras de Emilia.

    Mucha luz y cariño para ti.

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