sábado, 5 de abril de 2014

Lejos de sí.


Te presentí en mi vida cuando Susana te mencionó por primera vez. En ese mismo instante sin habernos visto antes, incorporé fragmentos que los otros dibujaban de ti. Y así continúe recogiendo tus piezas hasta que nos «conocimos».
Inconscientemente planeé nuestros encuentros. Inconscientemente porque traté de parecer desinteresada pero siempre visible en cada lugar que frecuentabas. Me transformé en un misterio capaz de seducirte en las dimensiones que más te cautivan del ser humano.
Cuando salíamos y conversábamos, sonreía al verte porque me parecía extraordinaria la forma en que te presentabas ante mí; siendo la copia exacta de la imagen que yo había construido. 
No niego que la sensación de saber más de lo que tú suponías que yo sabía, era halagadora. Me sentía con el control necesario, ocultando todas las inseguridades de mi personalidad. 
No me creas frívola. Yo realmente era muy feliz y te amaba. El hecho de sentirme segura a través de mis acciones, hacía que yo pudiera ser dichosa a tu lado. Sin embargo las cosas cambian. Y así como escarbaba en ti, lo comencé a hacer en mí a través de tus ojos. Veía que amabas a una mujer que no existía, porque era una invención construida para auto protegerme. 
Comencé a acariciar la idea de que todo era una mentira, tan perfecta que incluso yo misma me había engañado. Era falsa cuando te sonreía, cuando te besaba, cuando te hablaba, cuando me enojaba, cuando lloraba. Nada de eso era espontáneo. Yo era una muñeca jugando a sentir, a ser normal, a ser amada, a tantear un mundo que para mi era desconocido. 
Si supieras qué difícil es vivir en esa dualidad. Querer amar y evitarlo. Y para hacer ambas no te queda más que alejarte de ti misma.


Seguidores

Popular Posts