viernes, 17 de abril de 2009

Dos palabras.

- ¿Cómo estás – le pregunte sentada en mi rincón lo mas escondida posible después de saludarnos.
- ¿Bien y tú? – preguntó de manera desinteresada.
- Supongo que bien – jamás fui buena para saber mi estado de ánimo, para saber que era realmente la tristeza y que es realmente la felicidad.
- Ahm… – las palabras eran cortantes, y comenzaba a recordar los días de largas conversaciones.
En los minutos que pude escuchar su armoniosa voz, traté de disfrutar lo máximo posible, hablándole de idioteces; quizás por amabilidad me escuchó contestando con un, ah, uhm, bien; frases que son como estacas para mi corazón, pero prefería aquellas palabras que el silencio que nos estaba consumiendo por dentro.
- Me debo ir – inquirió.
- Mm Bueno, te cuidas – la última palabra estaba llena de melancolía dándole un pequeño acento de tristeza, me culpé por eso.
- Tú igual. – quizás nunca se dio cuenta de lo hiriente que podía llegar a ser.
- Te… quiero… - Le dije con pena, despidiéndome y esperando un poco de alegría.
- Vale, adiós.
- Adiós. – cerré mi teléfono celular mientras las lágrimas caían de forma involuntaria, sumergiéndome en la melancolía, sin darme cuenta de la tristeza que experimentaba.

martes, 14 de abril de 2009

Muros...

- ¿Piploud que haces?
- Trato de caminar.
- ¿Sobre el muro?
- Sobre el muro...
- ¿Y te parece bien?! te puedes lastimar!
- Ya estoy lastimada.
- Eso es! es... diferente..
- ¿Por qué? ¿crees que las heridas exteriores duelen más?
- Claro que no! pero... esa herida no fue causa tuya
- No pasara nada... (Debido a la distracción y recuerdos, cae)
- Si yo no estuviera aquí, no sé que harías... (Dice sosteniéndola en brazos)
- Nada... haría nada...

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